domingo, 11 de mayo de 2014

Nos trasladamos

Porque nada se pierde y todo se transforma, lo que estaba acá ahora lo encuentran en Cuánto Relato. Nos trasladamos, nos reestrenamos y por qué no, también nos hacemos un corte de pelo digital. 


miércoles, 30 de octubre de 2013

Realismo Mágico

Def. (sustantivo/estado de ánimo/¿percepción de la realidad?) Dícese de estar en una carretera de India, viendo un Ganesh (dios hindú que parece un elefante) montado en un camioncito cada cinco metros con gente bailándole alrededor, sentada al lado de un niño de Zimbabwe, recibiendo un mensaje de texto de un niño de Ghana, oyendo a un profesor hindú que cuenta historias sin parar y con una banda sonora liderada por un tipo de Bangladesh que entre su repertorio puso a los Vengaboys.



domingo, 18 de agosto de 2013

Estigmas

      - "¿De dónde viene?”
       - "De San Vicente del Caguán"

Y a partir de ese momento dijeron que era guerrillero. Pero Cristian no es guerrillero. Es un joven de 26 años que nació en ese municipio como pudo haber nacido en cualquier otro. Hoy solo sabemos que San Vicente del Caguán es zona guerrillera, que fue la zona que “Pastrana le entregó a la guerrilla de las Far” y en el país de los estigmas nacer, vivir o venir de allá es ser de las FARC.

Lo mismo pasa con Mapiripán y el Catatumbo. Con Urabá y San José de Ralito. Los primeros son guerrilleros. Los segundos paramilitares, o para políticos, o las dos.

En estos 50 años, la narración del conflicto en Colombia pasa necesariamente por hitos temporales y espaciales que permiten marcar sus puntos de giro. En Mapiripán nació la guerrilla. En el Caguán casi ganan la guerra. En Urabá se planeó acabar con todo lo que pareciera de izquierda. Y en Ralito se negoció la impunidad.

Y es con estos nombres que hoy entendemos las transformaciones de la guerra en Colombia: Los nuevos escenarios, la aparición de nuevos grupos armados, sus nuevas estrategias y acuerdos. Ralito, por ejemplo, explica por qué antes se hablaba de paramilitares y hoy se habla de Bacrim. El Caguán, por su lado, explica por qué los diálogos de paz de Santos son en La Habana y no en Colombia.

Pero existen otras narraciones. Las de quienes han vivido todos estos momentos de cerca, y quienes saben, más que cualquiera de nosotros, que detrás de estas fechas y estos lugares emblemáticos se han dado largos procesos de transformación. Y solo en la medida en que la narración de estos procesos acompañe la narración del conflicto como línea de tiempo, los sanvicentunos dejarán de ser guerrilleros, los de Ralito dejarán de ser paramilitares y Cristian podrá volver a ser Cristian, una víctima del conflicto en Colombia que también tiene una historia para contar.

La construcción de paz en Colombia pasa por las negociaciones, los acuerdos, el cese al fuego y los cambios institucionales pero ¿podremos también dejar atrás los estigmas?






jueves, 4 de julio de 2013

"Un pacto para vivir"


"Nuestra primera intención era hacerlo en colores [...],
pero ustedes saben señores muy bien como es esto [...],
Y esta canción al final se quedó en blanco y negro"



Son de esos días en que confirmo lo que ya sabía. Ya sabía que ese pacto era en realidad una despedida. Y como estaba segura de eso me preparé para que no me doliera. Y bueno, creo que me preparé bien. Hoy no me duele como pensé que me iba a doler. Pero no por eso dejo de pensar en todo. Después de tanto tiempo la distancia y la ausencia siguen siendo confusas y la historia, de la que yo solo soy la mitad, vuelve a aparecer en mi cabeza de vez en cuando.  

Hay días en que siento que viví de todo y que en unos pocos meses logré conocer a una persona más que a cualquier otra. Conocí sus defectos, sus sueños, sus gustos, su mal genio, sus angustias, sus errores, sus locuras, sus impulsos y secretos. Esos días me convenzo que conocer a alguien no tiene nada que ver con el tiempo lineal al que estamos acostumbrados y creo en una conexión inmensa que va más allá de cualquier explicación racional.  Esos días siento que a pesar de la distancia todo sigue cerquita. Pero es un cerquita distinto. No es como lo quise en un momento lleno de viajes, relaciones, besos, música y andar juntos 24/7. Algo muy parecido a la adicción. Este es un cerquita en el que a pesar del tiempo se mantiene viva la complicidad. Una complicidad de los únicos dos testigos de una historia corta pero lo suficientemente larga para marcar(nos) de por vida.

Pero hay otros días en que todo es aún más confuso. Hay días en que siento que no pasó nada, y que no conozco a esa persona con la que pacté volver a hablar en algún punto de mi vida ¿Quién es? ¿Qué hace? ¿Dónde está? No sé. Siento que desapareció así como llegó y que toda esta historia ha sido simplemente la ausencia de alguien que nunca conocí. Pero si no la conocí ¿por qué dolió tanto?

El dolor era insoportable. Nos dolíamos[1]. Nos dolíamos tanto que hicimos ese pacto. “Un pacto para vivir”. Era un silencio temporal para dejar de llorar. Lo que no sabía (mos) era que el mismo pacto cargaría con su final. El pacto planeó la distancia, el silencio y la ausencia. Y lo peor, su incumplimiento ante el dolor y la impotencia, solo ancló más y más la distancia, el silencio y la ausencia. Más dolor llevaba necesariamente a más distancia. Y hoy eso es lo que queda de todo. Distancia. Silencio. Ausencia.

Y entre los días en que siento todo cerquita y los días en que todo está lejos, cada vez más lejos, he llegado a una tranquilidad que me gusta y por la que soy una persona distinta. Esa tranquilidad en la que ya no hay dolor. Esa tranquilidad que me dice que si volviera a vivir lo que viví, haría todo totalmente distinto, pero sabiendo que la única manera de llegar hasta acá fue precisamente por haber hecho todo tal como lo hice.

Pero de vez en cuando me sigue haciendo falta mi amigo. A veces espero ese día en que ya no nos dolamos nada. En el que no me duela nada. Y, sobre todo, en el que no le dolamos a nadie. Ese día en que podamos contar esta historia como contábamos cualquier otra. Ese reencuentro entre dos amigos con más canas pero con la misma complicidad. Ese momento en el que el ‘pacto para vivir’ cumpla con el objetivo que realmente  quise (¿quisimos?) que tuviera: ofrecernos cualquier cosa, lo que fuera, menos tener que irnos para siempre.



[1] Esta expresión no es propia, la tomé prestada del blog de una gran amiga.

lunes, 13 de mayo de 2013

El raye de Rayuela


De chiquitas estaba Disney. De grandes está Rayuela. Ese libro que este año cumple 50 años. Que leí tarde porque me parecía el mayor de los clichés de las personas que descubren la lectura y que leyéndolo quieren mostrarle al mundo que llegaron a un nivel de “intelectualidad” superior. Que me gustó por la forma. Pero que hoy me raya por su contenido.

De chiquitas éramos princesas escondidas. De grandes somos mujeres que no han sido encontradas. En ambas el resultado es el mismo. Esperamos un gran encuentro que nos saque de nuestro estado actual y nos lleve a uno más feliz, a uno más mágico y sobre todo, a uno menos solitario.

En ambas la ansiedad nos abruma y la impotencia nos lleva a que la paciencia sea nuestra mejor virtud. Pero si en la adolescencia nos dimos cuenta que las historias de Disney son hermosas, pero imposibles y hasta raras porque en ninguna se muestra la relación como tal, sino solamente el gran encuentro, con el gran beso y el “felices para siempre”, hay que saber que Rayuela puede ser el Disney de las mujeres adultas.

- “¿Encontraría un día a La Maga?” dice una de sus frases más conocidas. Frase que le deja todo a un futuro abierto, a una casualidad, a un destino que si quiere los va a unir. Y si no quiere pues no.

La cosa es que el destino sí puede hacer de las suyas pero se necesita de acción para que ambas cosas tengan un resultado asombroso. Superamos Disney dándonos cuenta que no podemos esperar a nuestro príncipe azul sentadas en nuestra cama. Nos toca salir al mundo a conocer sapitos que nos alegren la vida. Es hora de superar Rayuela y saber que los encuentros sí pueden ser maravillosas coincidencias, pero que se necesita de decisiones, y de ganas para aprovechar los azares de la vida. Si Oliveira quería estar con La Maga la iba a buscar, si no, pues no.

Además, estamos en el siglo XXI, que parece ser el siglo de la toma de decisiones. Si yo quiero estudio en una Universidad, si no quiero pues empiezo a trabajar. Si yo quiero, me vuelvo hipster, si no quiero pues no. Hasta la lucha por el matrimonio igualitario para la población LGBTI es una muestra de esto. Todos quieren tener la posibilidad abierta de casarse, pero los que quieran lo van a hacer. Los que no, pues no. Y así con un montón de opciones entre las que podemos escoger y que a pesar de la idea de responsabilidad que traen detrás porque todas las decisiones caen sobre nosotros, creo que nunca antes habíamos tenido tanta libertad para elegir.  

De esta manera el que quiera va, busca y encuentra a la persona con la que quiere estar, el que no, pues no lo va a hacer.  No podemos dejarle todo al azar. El azar y el destino pueden volver a unir – le pasó a La Maga y a Oliveira en el puente en París, me pasó a mí en el aeropuerto el 7 de enero, en un café por Febrero, y hasta en una red social la semana pasada – pero depende de nosotros que esos reencuentros azarosos se conviertan en grandes oportunidades para cambiar las cosas. El futuro no llega solo. El futuro se construye en el hoy y unidos con el azar, es que llegamos a resultados inesperados.

Así como la paz no va a llegar por sí sola a este país y este gobierno tomó la decisión de empezar a construirla (sea por convicción o por conveniencia política, pero no quiero entrar en esa discusión), los que quieran estar juntos en un futuro tienen que decidir trabajar por eso desde hoy. El destino solo se encargará de dar los espacios para que el encuentro sea posible. Ya sea en un puente en París, en San Bernardo del Viento o en un parque en Bogotá. El que quiere y decide hacerlo va a buscar y a encontrar a la persona que quiere, el que no pues no.

Pero claro el problema siempre está para la persona que no puede hacer nada para cambiar las cosas, pero que anhela la revolución. Esa persona que espera, sueña y se envidea, pero para la que cualquier plan resulta inútil porque el poder de sus acciones sigue siendo pequeño, al lado de quien sí puede decidir y actuar. Nos pasa a los que queremos la paz pero por más que hagamos de todo para lograrla, no estamos sentados en La Habana. 

Para estas personas es que retomo lo que ya nos recordó Francisco Gutiérrez Sanín la semana pasada “Creo que fue Bertrand Russel quien dijo que era mejor no olvidar suspender el juicio antes de comenzar a leer un cuento de hadas, pero que era peor todavía no acordarse de retomarlo después de terminado”. 

Así que buen libro Rayuela, pero recuerden retomar el juicio después de leerlo, a menos que entre sus planes de vida y de sus decisiones esté la idea de convertirse en Florentino Ariza, quien espera incansablemente a que el futuro lo una con Fermina Daza de una buena vez y para siempre. 

Y quien sabe, tal vez, solo retomando la cordura aparecerá de repente la persona que por fin tomó la decisión de no dejarlo todo en manos del destino. *(y sigue soñando con el príncipe azul y los encuentros inesperados...) 




domingo, 17 de marzo de 2013

Señores de RCN: La Habana no está tan lejos.

Hoy me sumo a las múltiples quejas que salieron con el estreno de la novela "Los Tres Caínes". Mientras los profesores de la Universidad de Antioquia cuestionan, y con razón, que su institución se preste para que RCN multiplique estereotipos que vienen de tiempo atrás y contra los que han luchado por más de 30 años, yo me quiero quejar del papel que juegan estos canales en este proceso de paz. 

Si le escribiéramos a RCN hoy pidiéndole que por favor saque la serie del aire, me imagino varias respuestas. La primera, que ya la producción está muy adelantada, que no hay nada que se pueda hacer, que la serie ha gustado y que "business is business". La segunda, que todo hace parte del entretenimiento, que si bien toca una historia de la vida real, todo es "ficción" y que la gente que la ve, lo sabe. Dirían también que la ofensa a los profesores de la Universidad fue un pequeño error en un solo capítulo que no le hizo daño a nadie y que además es una historia del pasado que no debería ofender a los sociólogos de hoy. Y la última, bueno la útlima y más probable es que no nos respondan. 

Y es esta la base de mi queja. Me quejo de que RCN se piense tan lejos. Lejos del proceso de paz, lejos de la construcción de una memoria de país. Tan lejos que ha creado su propio mundo, el "mundo del entretenimiento" Un mundo con gente bonita, y sí, son bonitos y están para divertirnos y alejarnos de todos los problemas que vive Colombia cosa que no está mal. Leer todos los días sobre víctimas, corrupción, bandas criminales, ataques, y desplazamientos agota, pero esta no es su única tarea. 

La relación entre uno de los canales más vistos en Colombia y una sociedad a la que le gusta más ver novelas que leer un libro (y no solo porque quiera, sino porque los niveles de analfabetismo siguen siendo muy altos, pero este es otro problema), lleva a que la relación entre ambos vaya más allá de pasar un buen rato frente al televisor. Lo que se muestra y lo que no se muestra en las producciones construye una visión de mundo que, si bien es controvertida por un televidente activo que no traga entero, sí lo enmarca dentro de unas posibilidades de entender lo que pasa.  

Las novelas o series históricas, no solo narran una historia, sino que de forma deliberada, muestran una narración, entre muchas posibles, que influyen en cómo leemos lo que pasa en Colombia. En este caso 'Los Tres Caínes' influye, mucho o poco, depende del televidente, en la forma en que se lee lo que está pasando en La Habana y, más importante aún, en la forma en que se recuerdan los hechos. Recuerdos que podrían convertirse en una forma de reparar a las víctimas o de revictimizarlas.

La separación entre 'el mundo del entretenimiento' y 'el mundo real' se vuelve porosa y difusa, sobre todo en un momento tan sensible como lo es un proceso de paz. Si los canales de televisión han decidido sacar series históricas, cosa que no está nada mal, tienen la opción de reproducir los discursos de violencia y las etiquetas que nos han perseguido por años  (sociólogos = comunista/terrorista, entre otros), o pueden salirse de estos clichés y aprovechar el alcance de sus producciones para transformar los discursos a favor de la paz. Yo no soy RCN y este blog no tiene el poder transformador que ellos sí tienen, pero espero que sirva de algo. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

La advertencia que deja Santa Rosa de Osos


Puede ser un cambio de nombre, pero viendo lo que pasó el miércoles pasado en Aguaditas, Antioquia se nota que el modo de operar es el mismo. Las Bandas Criminales tal como lo hicieron los paramilitares (si es que quieren insistir en que son dos actores distintos cuando sabemos que no lo son) acuden a “eventos límite” - masacres, torturas y castigos ejemplarizantes- para demostrar quién es el que tiene el control del territorio.

Hace 12 años se dio el pico más alto en el número de masacres realizadas por las AUC en el Caribe. Según Cifras y Conceptos se registraron 40 masacres. Casi el doble que en 1997, año en que se construyó el proyecto paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Pese a que el número de masacres se puede explicar por la fortaleza que coge este proyecto paramilitar en la región, otra razón que explica el aumento de estos “eventos límite” en 1999, es el inicio de los diálogos de paz entre las FARC y el gobierno de Andrés Pastrana. En su momento, los asesinatos no solo correspondieron a la búsqueda del control total del norte del país, sino que se vieron como una respuesta a lo que estaba pasando a nivel nacional.

Lo que pasó esta semana en Santa Rosa de Osos puede verse como una repetición de este repertorio. Puede ser la respuesta a nivel regional de lo que se está adelantando a nivel nacional. Es un ejemplo de intimidación liderada por quienes no quieren que se dé un proceso de paz con la guerrilla.

Doce años después estamos en un punto distinto. Las FARC están más debilitadas, y gran parte de los paramilitares se acogieron a la ley de Justicia y Paz. Pero muchos no lo hicieron. Otros lo hicieron solo por un momento. Y son ellos, los que crecieron bajo la sombrilla de las AUC, quienes agudizarán estos repertorios de terror en las regiones, a medida que avance la negociación con las FARC.

Lo que ocurre a nivel regional no puede verse solo como una lucha entre organizaciones criminales por el control de rutas de narcotráfico. Claro que hay una lucha por ganar en el negocio, pero no podemos olvidar de donde vienen algunos de estos “criminales”, ni la ideología que sigue moviendo cada uno de sus actos.

Solo espero que la historia no sea la misma. Hay muchas esperanzas en lo que pueda ocurrir en La Habana. Pero todo proceso tiene a sus enemigos. Y entre más avance el proceso, más fuertes serán las acciones en su contra. Los asesinatos de esta semana, mas que mostrar quién manda en el territorio, deben verse como una advertencia de lo que puede empezar a pasar en las regiones de forma paralela a las negociaciones de paz.  Son un gran reto que hay que incluir en la ya larga lista de retos de la paz, pero que debe tenerse como prioridad si no queremos que en el 2013 haya más masacres como esta. Una ya es demasiado