Puede ser un cambio de nombre,
pero viendo lo que pasó el miércoles pasado en Aguaditas, Antioquia se nota que el modo de
operar es el mismo. Las Bandas Criminales tal como lo hicieron los
paramilitares (si es que quieren insistir en que son dos actores distintos
cuando sabemos que no lo son) acuden a “eventos límite” - masacres, torturas y
castigos ejemplarizantes- para demostrar quién es el que tiene el control del
territorio.
Hace 12 años se dio el pico más
alto en el número de masacres realizadas por las AUC en el Caribe. Según Cifras
y Conceptos se registraron 40 masacres. Casi el doble que en 1997, año en que se
construyó el proyecto paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Pese a que el
número de masacres se puede explicar por la fortaleza que coge este proyecto
paramilitar en la región, otra razón que explica el aumento de estos “eventos
límite” en 1999, es el inicio de los diálogos de paz entre las FARC y el gobierno de
Andrés Pastrana. En su momento, los asesinatos no solo correspondieron a la búsqueda
del control total del norte del país, sino que se vieron como una respuesta a
lo que estaba pasando a nivel nacional.
Lo que pasó esta semana en Santa
Rosa de Osos puede verse como una repetición de este repertorio. Puede ser la respuesta a nivel regional de lo
que se está adelantando a nivel nacional. Es un ejemplo de intimidación
liderada por quienes no quieren que se dé un proceso de paz con la guerrilla.
Doce años después estamos en un
punto distinto. Las FARC están más debilitadas, y gran parte de los
paramilitares se acogieron a la ley de Justicia y Paz. Pero muchos no lo
hicieron. Otros lo hicieron solo por un momento. Y son ellos, los que crecieron
bajo la sombrilla de las AUC, quienes agudizarán estos repertorios de terror en
las regiones, a medida que avance la negociación con las FARC.
Lo que ocurre a nivel regional no
puede verse solo como una lucha entre organizaciones criminales por el control
de rutas de narcotráfico. Claro que hay una lucha por ganar en el negocio, pero
no podemos olvidar de donde vienen algunos de estos “criminales”, ni la
ideología que sigue moviendo cada uno de sus actos.
Solo espero que la historia no sea
la misma. Hay muchas esperanzas en lo que pueda ocurrir en La Habana. Pero todo
proceso tiene a sus enemigos. Y entre más avance el proceso, más fuertes serán
las acciones en su contra. Los asesinatos de esta semana, mas que mostrar quién
manda en el territorio, deben verse como una advertencia de lo que puede
empezar a pasar en las regiones de forma paralela a las negociaciones de paz. Son un gran reto que hay que incluir en la ya
larga lista de retos de la paz, pero que debe tenerse como prioridad si no
queremos que en el 2013 haya más masacres como esta. Una ya es demasiado.