domingo, 29 de julio de 2012

"No Name"



Desechables. Inadaptados. Dementes. Terroristas. Subnormales. Raros. Freaks. “Cockroaches”. Palabras desde Colombia hasta Ruanda, que buscan afirmarle a quien las dice, que su presencia en este mundo está por encima de la de quien intentan desdibujar. Que su vida vale más. Que la de ellos no vale y que por esta razón deben desaparecer.

Es el lenguaje como herramienta para deshumanizar al otro, naturalizar su inferioridad y justificar su desaparición.  Pero lo aterrador de este lenguaje no es sólo por quien lo promulga y por quien lo repite. Lo miedoso también está en el silencio paralelo que se da alrededor de este discurso. Silencio de los que no usamos esos adjetivos, pero tampoco nos preguntamos por quiénes son esas personas a las que algunos nombran así. Personas que nosotros tampoco conocemos, ni intentamos hacerlo.

Y por momentos me siento incluida en este grupo. Por ejemplo, hasta hace muy poco conocí y empecé a utilizar la expresión “habitantes de calle”. Al hacerlos habitantes, su rostro se volvió más claro y su vida se acercó más a la mía. Los dos vivimos en este mundo, del que no sabemos nada. Antes, no es que me sintiera superior, ni que los quisiera eliminar, ni mucho menos liderar una “limpieza social”. Pero, al no hablar de ellos, no tenían cara, no tenían vida. No estaban.

El hecho de no pensar, ni incluir en las conversaciones a un “otro” con el que se comparte un mismo espacio y un mismo mundo, elimina su presencia, difumina su existencia y permite que las trasgresiones y las punzadas hacia él o ella sean mayores. Su “ausencia” puede llevar a acciones que, tal vez, no se harían así si ese “nadie” tuviera un rostro.

Esto pasa con "la de los tintos" en la oficina. Pasa con los “habitantes de calle” que antes no tenían nombre.  Pero también pasa en la guerra. Hoy pasa con los indígenas Nasa, a quienes sólo ahora estamos empezando a llamar por su nombre. Por varios años, la locomotora minera y la lucha entre la guerrilla y el ejército, no leS han dado un espacio dentro de lo narrado sobre lo que pasa en el Cauca.

Señalar, juzgar y criticar deshumaniza. Pero no hablar, no preguntar y no conocer tampoco da vida. Es el “No Name” como forma de no humanizar. Es dejar como “NN” a quien también sonríe, siente, piensa, sufre y la embarra, como un humano más.

Amélie Agujeros
@HoyosMariaPaula

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