sábado, 10 de noviembre de 2012

La advertencia que deja Santa Rosa de Osos


Puede ser un cambio de nombre, pero viendo lo que pasó el miércoles pasado en Aguaditas, Antioquia se nota que el modo de operar es el mismo. Las Bandas Criminales tal como lo hicieron los paramilitares (si es que quieren insistir en que son dos actores distintos cuando sabemos que no lo son) acuden a “eventos límite” - masacres, torturas y castigos ejemplarizantes- para demostrar quién es el que tiene el control del territorio.

Hace 12 años se dio el pico más alto en el número de masacres realizadas por las AUC en el Caribe. Según Cifras y Conceptos se registraron 40 masacres. Casi el doble que en 1997, año en que se construyó el proyecto paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Pese a que el número de masacres se puede explicar por la fortaleza que coge este proyecto paramilitar en la región, otra razón que explica el aumento de estos “eventos límite” en 1999, es el inicio de los diálogos de paz entre las FARC y el gobierno de Andrés Pastrana. En su momento, los asesinatos no solo correspondieron a la búsqueda del control total del norte del país, sino que se vieron como una respuesta a lo que estaba pasando a nivel nacional.

Lo que pasó esta semana en Santa Rosa de Osos puede verse como una repetición de este repertorio. Puede ser la respuesta a nivel regional de lo que se está adelantando a nivel nacional. Es un ejemplo de intimidación liderada por quienes no quieren que se dé un proceso de paz con la guerrilla.

Doce años después estamos en un punto distinto. Las FARC están más debilitadas, y gran parte de los paramilitares se acogieron a la ley de Justicia y Paz. Pero muchos no lo hicieron. Otros lo hicieron solo por un momento. Y son ellos, los que crecieron bajo la sombrilla de las AUC, quienes agudizarán estos repertorios de terror en las regiones, a medida que avance la negociación con las FARC.

Lo que ocurre a nivel regional no puede verse solo como una lucha entre organizaciones criminales por el control de rutas de narcotráfico. Claro que hay una lucha por ganar en el negocio, pero no podemos olvidar de donde vienen algunos de estos “criminales”, ni la ideología que sigue moviendo cada uno de sus actos.

Solo espero que la historia no sea la misma. Hay muchas esperanzas en lo que pueda ocurrir en La Habana. Pero todo proceso tiene a sus enemigos. Y entre más avance el proceso, más fuertes serán las acciones en su contra. Los asesinatos de esta semana, mas que mostrar quién manda en el territorio, deben verse como una advertencia de lo que puede empezar a pasar en las regiones de forma paralela a las negociaciones de paz.  Son un gran reto que hay que incluir en la ya larga lista de retos de la paz, pero que debe tenerse como prioridad si no queremos que en el 2013 haya más masacres como esta. Una ya es demasiado

jueves, 4 de octubre de 2012

Ay la adultez...



Dicen por ahí que apenas uno empieza a trabajar ya es un adulto. O peor, hay quienes dicen que ser adulto se define con una cédula. A los 18 años. Pero yo tuve 18 años hace 6 y la adultez me sigue tomando de sorpresa. Sobre todo porque de repente me siguen pidiendo cédula para tomarme una cerveza y cuando muestro mi contraseña – sí contraseña porque me robaron los papeles hace 5 meses – siempre me piden otro papel de soporte que muestre que soy mayor de edad. Me alegra saber que tengo cara de 17 años, pues a los 30 me veré de 23, pero me asusta saber que de verdad no me veo ni me siento adulta por ningún lado.

Y es que hay que saber que la adultez no llega con un número, ni con un papel ni mucho menos con un contrato laboral. La adultez tampoco es ese paquete todo incluido de casa, carro, título, hijos y trabajo. De hecho ¿será que eso de volverse adulto sí pasa? La verdad yo sigo creyendo que sí, pero definitivamente es todo lo contrario a lo que a uno le contaron. Para variar, es otra cosa con la que nos engañaron de niños.

Viviéndola, porque ya soy una adulta según la Registraduría Nacional, puedo decir que la adultez es dejar de tener las cosas claras, acompañado de un cuerpo cada vez más quejumbroso con los excesos. Nada de salir de fiesta cada fin de semana y mucho menos de tomar hasta el amanecer. Eso el cuerpo lo cobra y lo cobra duro ¿o no?

Cuando tenía ocho años todo lo tenía claro, de hecho lo tenía clarísimo. Yo sólo tenía que bailar y cantar en mi cuarto hasta que fuera un poquito más grande y ahí podría ir a mi primera fiesta, bailaría con el amor de mi vida y viviría feliz para siempre. Supongo que bailando y cantando porque sería lo único que sabría hacer.

Pero claro, nunca me pregunté qué era vivir feliz para siempre. Hoy creo que la adultez incluye esa constante búsqueda hacia ese fin inalcanzable. Lo bueno es que saberlo inalcanzable no lo elimina. De hecho nos da una tarea eterna necesaria para vivir hasta los 100 años o más. Uno coge por un lado, lo duda, lo conoce, se entretiene, se aburre, vuelve a dudar, vuelve a pensar, sigue, se corre, se arrepiente de pronto o de pronto no y ¡pum! cambia y vuelve a empezar.

A mí me pintaron la adultez como un cuadro estático con corbatas, carteras y bebés. Hoy mi adultez es un cuarto de espejos, como el del Museo de los Niños. Uno se ve gordo, grande, feo, estirado, ve gente del otro lado, la encuentra, se le pierde, camina para atrás, para adelante y al final entiende que la adultez es ver cada vez más borroso. Supongo que el Museo de los Adultos es habitado por niños bailando en un cuarto con cuadros estáticos.


Y quien sabe, de pronto encontraremos gafas que nos quiten lo borroso y eso se llamará vejez. Necesito ir al oftalmólogo. 

domingo, 16 de septiembre de 2012

Algo de paz, algo de fútbol.


El optimismo con el mundial y con el proceso de paz me ha llevado a dos conclusiones. La primera es que ahora le creo más a los Mayas que antes. Puede que el mundo sí se acabe en el 2012 ¿Paz en Colombia y la Selección en el mundial? Eso no pasa. La segunda es reconfirmar que el fútbol y la guerra no son temas aislados. Por esto voy a desempolvar un artículo que escribí para el mundial pasado:

Mundial Sudáfrica 2010 ¿Otro conflicto disfrazado de fiesta?

“Ya hay ambiente de mundial. Después de cuatro años vuelvo a ahorrar para comprar las monas y poder llenar el álbum de Panini. Ya me sé el coro de la canción oficial y me falta poco tiempo para aprenderme el baile de K´naan y David Bisbal. (Para la época en que escribí el artículo no había salido el Waka Waka)

Este año la fiesta se realizará en Sudáfrica uno de los países africanos más estudiados en Ciencia Política, pero no precisamente por su riqueza cultural, sino por temas como la segregación racial y, más recientemente, por los procesos de reconciliación y construcción de paz. Sin embargo, a pesar del consenso que existe entre académicos que afirman que después del “Apartheid” el proceso de reconciliación en Sudáfrica es uno de los más exitosos hasta ahora, la situación actual no es tan alentadora.

Mientras algunos insisten en que a pesar del cambio constitucional la situación sigue siendo la misma, otros argumentan que los derechos se han volteado a favor de los antes “apartados”, llevando a una nueva violación de derechos en este país.  

Aunque nunca he viajado a Sudáfrica, sí he tenido la oportunidad de escuchar ambas visiones. La primera salió en una conversación de café mientras mi jefe, recién llegado de Sudáfrica, nos contaba sobre su viaje. Sus emocionantes anécdotas se mezclaron con una especie de resignación al contarnos que a pesar del triunfo de la democracia con el Referendo de 1993, las diferencias están muy lejos de desaparecer. La arquitectura de Johanesburgo construida sobre la base de una separación entre negros y blancos, sigue en pie, y al lado de grandes casas inglesas, todavía se encuentran zonas muy parecidas a las favelas brasileras.

La segunda se opone a esta idea de continuidad. En un viaje que hice hace dos años (hace cuatro años desde hoy) conocí dos sudafricanos blancos que me contaron un punto de vista que no había tenido en cuenta. Ellos estaban trabajando en Estados Unidos no porque quisieran pasar sus vacaciones como yo, sino porque no tenían nada mejor que hacer. Uno de ellos, me contó que estaban ahí porque en su país no tenían cupo para estudiar en la Universidad. Según él, los cupos están reservados para los negros y ellos sólo pueden acceder a los cupos que sobran. Su idea entonces era trabajar en Estados Unidos el mayor tiempo posible, mientras sus papás organizaban papeles en Sudáfrica para salir de ahí e irse a vivir a Australia.  

Más allá de aceptar una u otra postura, lo cierto es que a pesar de lo emocionante que resulta ver cada uno de los partidos, este mundial, sin haber empezado todavía, ya me deja un sinsabor. No es la primera vez que un problema se disfraza de fiesta. El mundial de Argentina 78 se llevó a cabo en plena dictadura militar y la Copa América de Venezuela en el 2007, se celebró mientras se derrumbaban las últimas garantías democráticas en ese país. No es extraño que una vez más se esté utilizando un evento que paraliza al mundo para ocultar un problema interno del país anfitrión. 

Sudáfrica fue excluido del Mundial mientras estaba bajo el régimen del Apartheid. Ser organizador es una muestra de reconciliación y regreso a la democracia, pero a pesar de este cambio simbólico los problemas continúan. Basta con mirar en las noticias y darse cuenta que hay muchas cosas que faltan por cambiar. La muestra más reciente está marcada por el asesinato del líder ultraderechista Eugene Terre’ Blanche por parte de dos jóvenes negros el pasado 8 de Abril (de 2010).

Es en estos momentos en que me gustaría dejar de lado mis intuiciones como estudiante de Ciencias Sociales porque estaría más tranquila intercambiando monas y gritando en los partidos, que pensando que algo está mal detrás de las banderas y los goles. Pero estudiamos lo que vivimos y ahí no hay nada que hacer. Por eso, por ahora sólo nos queda relajarnos ¡a jugar!”

Puede que lo anterior tenga algo que ver con lo que vive Colombia, como puede que no. No estamos organizando un mundial ni mucho menos, pero lo retomo para decir que así Santos triunfe, a Colombia, como a Sudáfrica, le queda mucho tiempo para poder decir que realmente vive en paz. Y no es esa paz dilatada en la que se incluye disminuir la desigualdad económica y lograr una sociedad más incluyente, cosa que es mucho más demorada. Es paz en el sentido de poder convivir con el otro como igual. Que las armas dejen de ser la forma de acabar con las diferencias.

Y terminé hablando del proceso de paz. Más bien celebremos los goles de la Selección y ya.


lunes, 20 de agosto de 2012

¡Pasó de todo!


Todavía no tengo trabajo nuevo, pero sé que más pronto que tarde me tendré que despedir de La Soledad. Un lugar en el que pasó de todo y al que le quiero dedicar mi cuarta entrada. 

Pasó que entré a un colegio por una llamada de cumpleaños
Pasó que eligieron a un personero y yo ya tenía 24 CAÑONazos
Pasó que aprobaron la política del amor de un costeño
Pasó que pasté una, dos y tres veces contigo.

Pasó que conocí a Gargamel buscando a los Pitufos
Pasó que trabajé con un Lord Inglés
Pasó que Mr. P Mosh es ahora Presidente
Pasó que llegaste con unas galletas de Milo y yo te di unos Choclitos.

Pasó que Madame Relby estaba celosa
Pasó que MariaPé estaba en el tercer piso
Pasó que La Derecha trabaja en el quinto
Pasó que Claudio es catador de marroncitos y adicto a los abrazos. Y yo también. 

Pasó que vinieron a “escalificar” a la corporación
Pasó que casi me coge un carro dos veces
Pasó que las chocolatinas Jet hacen feliz a cualquier Corral
Pasó que Andante en el Parque Vía y Andante en el Parque Torres.

Pasó que pasó de todo
Pasó que de todo pasó
Pasó que tanto pasó que de todo pasó.


martes, 7 de agosto de 2012

Se le tiene pero se le demora


Comprar un computador prenderlo y que el disco duro no funcione. Ir a pedir que se lo cambien por garantía y que le contesten “la garantía se demora 10 días hábiles. Llame a este teléfono en ese tiempo y le tendremos razón”. El computador ya es suyo, ya lo compró, ya lo tiene, pero se le demora.

Probarse un pantalón que le quedó perfecto. No le saca la panza ni le esconde la cola. Pero por su 1.60 de estatura tiene que dejarlo para que le corten la bota. “En tres días puede venir por el pantalón arreglado”. Se le tiene, pero se le demora.

Buscar un trabajo. Mandar más de 10 hojas de vida, para que al mes lo llamen a una entrevista. Saltar de la felicidad por la entrevista. Pero sólo es una entrevista. Falta todo el proceso de selección. El nuevo trabajo se le tiene, pero se le demora.

Llamar a Telmex, perdón, a Claro para que le arreglen el Internet. Conecte el router, desconecte el router, conecte el router, desconecte el router. Nada. Tendrá una visita técnica en 3 días hábiles. Es viernes por la noche y viene un puente. El jueves le arreglarán el internet. Se le tiene, pero se le demora.

Comprar la boleta de un concierto. Ahorrar un mes para comprarla y esperar seis meses para el concierto. Un artista increíble. 2 horas de adrenalina pura y música para el alma, se le tienen pero se le demoran.

Encontrar una persona maravillosa con la que podría pasar las 24 horas del día. 7 días a la semana. 4 semanas al mes. Pero se va a hacer un doctorado por 5 años al otro lado del mundo. O a trabajar tres años por la paz en 15 países distintos de África. La historia de amor, desamor, pasión, lo que sea, pero que sea, se le tiene, pero se le demora.

Como esta entrada de blog, que se les tiene, pero se les demoró, y por eso suena esta canción. 


Amélie Agujeros 
@HoyosMariaPaula

domingo, 29 de julio de 2012

"No Name"



Desechables. Inadaptados. Dementes. Terroristas. Subnormales. Raros. Freaks. “Cockroaches”. Palabras desde Colombia hasta Ruanda, que buscan afirmarle a quien las dice, que su presencia en este mundo está por encima de la de quien intentan desdibujar. Que su vida vale más. Que la de ellos no vale y que por esta razón deben desaparecer.

Es el lenguaje como herramienta para deshumanizar al otro, naturalizar su inferioridad y justificar su desaparición.  Pero lo aterrador de este lenguaje no es sólo por quien lo promulga y por quien lo repite. Lo miedoso también está en el silencio paralelo que se da alrededor de este discurso. Silencio de los que no usamos esos adjetivos, pero tampoco nos preguntamos por quiénes son esas personas a las que algunos nombran así. Personas que nosotros tampoco conocemos, ni intentamos hacerlo.

Y por momentos me siento incluida en este grupo. Por ejemplo, hasta hace muy poco conocí y empecé a utilizar la expresión “habitantes de calle”. Al hacerlos habitantes, su rostro se volvió más claro y su vida se acercó más a la mía. Los dos vivimos en este mundo, del que no sabemos nada. Antes, no es que me sintiera superior, ni que los quisiera eliminar, ni mucho menos liderar una “limpieza social”. Pero, al no hablar de ellos, no tenían cara, no tenían vida. No estaban.

El hecho de no pensar, ni incluir en las conversaciones a un “otro” con el que se comparte un mismo espacio y un mismo mundo, elimina su presencia, difumina su existencia y permite que las trasgresiones y las punzadas hacia él o ella sean mayores. Su “ausencia” puede llevar a acciones que, tal vez, no se harían así si ese “nadie” tuviera un rostro.

Esto pasa con "la de los tintos" en la oficina. Pasa con los “habitantes de calle” que antes no tenían nombre.  Pero también pasa en la guerra. Hoy pasa con los indígenas Nasa, a quienes sólo ahora estamos empezando a llamar por su nombre. Por varios años, la locomotora minera y la lucha entre la guerrilla y el ejército, no leS han dado un espacio dentro de lo narrado sobre lo que pasa en el Cauca.

Señalar, juzgar y criticar deshumaniza. Pero no hablar, no preguntar y no conocer tampoco da vida. Es el “No Name” como forma de no humanizar. Es dejar como “NN” a quien también sonríe, siente, piensa, sufre y la embarra, como un humano más.

Amélie Agujeros
@HoyosMariaPaula

domingo, 22 de julio de 2012

Palabras que saltan


Tal como la primera vez que uno alza la mano en una clase, lo que escriba aquí va a ser mi puerta de entrada a la fama o al desprestigio. Una opción es hablar de política, otra hablar de historias de vida y sentimientos, pero mientras decido sobre qué escribir, sigue retumbando en mi cabeza que lo que diga tengo que decirlo “de manera inteligente”.

¿Qué sigue? Crear un perfil. Definir un público. Definir unos temas. Pero yo podría hablar de todo y de nada. De la indignación que me causa lo que está pasando en el Cauca. Del miedo que me dan Uribe, Londoño y José Obdulio juntos en un centro “puro” y “democrático”. De las pesadillas que tengo con la cara de Juan Carlos Martínez, cada vez que me entero que sale de la cárcel. O de lo ignorante que me siento cuando me hablan de lo que está pasando en Siria, porque no he leído nada sobre el tema.

También puedo hablar de lo distinto que es el mundo cuando uno lo vive, comparado con la forma en la que se lo cuentan. A mí me contaron que el amor siempre era correspondido. Que un beso llevaba al “felices para siempre”. Que si esperaba tranquila llegaría un príncipe. Que yo nunca sería la bruja. Que la bruja era mala y punto.

Pero me he dado cuenta que lo único que está medio claro es que nada de lo que me contaron es así de claro. Creo que tanto en la política como en el amor, en cualquier momento uno puede ser la bruja. En cualquier otro la princesa. Sé que hay brujas que no querían herir a nadie y princesas que lo hicieron. Hay victimarios románticos y víctimas sin corazón. Hay José Obdulios de izquierda y Martínez inocentes.

Y en el intermedio me doy cuenta que puedo hablar de todo a la vez. La guerra no está tan lejos de lo que soy. Pensar en el daño que la violencia le ha traído a tantas personas, me lleva a pensar en la última persona a la que le hice daño tratando de no hacerlo. Mando curitas al aire esperando que algún día sane esa herida que causé. 

En cualquier momento y sin darnos cuenta podemos pasar de víctimas a victimarios. O ser los dos al mismo tiempo. Hoy soy la bruja de un cuento de terror y en otro cuento maravilloso soy una princesa llena de luz. Y al final, lo único claro es que el cuento es uno solo. Es la vida real.    

Y así va a ser esto. No sé si inteligente o no. Un blog sin tema definido. Hablando de todo y nada a la vez. De amor y política. Una gran zona gris, en la que todos nos movemos de un lado a otro, para ver que al final ningún papel está claro y nosotros, sólo vamos andando.